Desde una muy temprana edad la vida me regaló la posibilidad de tener entre mis manos una cámara, regalo de mi padre quien me enseñó todo lo que se hoy.
Aún observo con anhelo aquellos cuerpos analógicos, tan bellos y complejos... Ese teleobjetivo que tanto pesaba en la bolsa y cargabas con una sonrisa...
¿ Qué haríamos sin las imágenes ? Que capturan momentos haciendo que sean eternos, que estén ahí hasta el final de los días... aquella mirada de los 70\'s o esa puesta de sol entre las montañas, tan caprichosa como fugaz en 1997...
Sin duda mi vida se puede contar por fotogramas. Dulces fotogramas.